Solo estaba parada allí mirando como el taxi se iba con
ella, el universo se detuvo por un pequeño instante. Una parte de mi se fue en
aquel taxi y ese vacío que se apodero de mi en ese momento marcó aquel adiós.
A veces desearía no tener corazón o la capacidad de amar
como creo que la amo y solo basta con creer porque de amor no sé nada.
Sus besos tienen ese sabor dulce, no saben a fresas, no
saben a piña ni muchos menos a golosinas es un dulce diferente, especial y adictivo.
Esa noche me quede parada allí mirando a la nada y lo único que pedía en ese
tiempo muerto era una verdad.
Abrazos grandes aunque en tamaño no lo era mucho que
digamos, un abrazo de esos que cuando tocaban la piel sentías una cálida corriente
que calentaba cada poro, cada vena y por muy cursi que suene llegaba al corazón.
No se trataba de un abrazo común que cualquiera te pudiera dar eran abrazos únicos,
abrazos mágicos de esos que te vuelven más mortal.
Los silencios, los silencios tenían su propia música y más cuando
entre ciclopes nos mirábamos. Tenía claro que sería la última vez y trate de inmortalizar
cada segundo, el corazón se me quebró pero lo más raro de todo es que a pesar
de esa presión extraña que se siente en el pecho y el calor que comienza a
emanar de tus ojos …
No trato de escribir una historia de amor, no digo nada de
lo que sucedió, no trato de contarles cursilerías de esas que empalagan, solo
escribo lo que hay entre cada tiempo de silencio. Si de testigos habláramos pregúntenle
al universo el estuvo presente diciéndole adiós a lo que un día presento y es
que fue el mismo cielo estrellado quien un día me la presento. El resto de la
historia, el resto de la historia queda grabada en mas silencio.
Y fue en ese momento cuando el taxi se iba y yo cogía una dirección
contraria, cuando mirar hacia atrás se te hace jodidamente difícil, cuando solo
cierras los ojos y tratas de concentrarte y luchar con todas las fuerzas, es
cuando te das cuenta del adiós.
Y te das cuenta de lo fuerte que eres.
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