sábado, 22 de febrero de 2014

Khaos

Sentada de nuevo, víctima del insomnio y prisionera entre una tormenta de pensamientos, había prometido tratar de no volver a escribir pero los incesantes versos que se formaban sin previo aviso acaparando totalmente mi atención, han ganado.

Deambulando entre ideas, entre el devenir de las cosas, historias sin completar, historias que incluso no empiezan. No tengo control, no controlo mis pensamientos, no controlo mis sentimientos, en que momento el ser humano se vuelve tan vulnerable?.

La introspección se vuelve incluso más grande y profunda que la propia respiración, no hay razón, no hay dominio, no hay control. La piel se desvanece, las huellas desaparecen, cada inhalación es una forma de aferrarse, cada exhalación es una forma de morir sin poder despedirse. El silencio como testigo, el tiempo no se detiene, los demonios necesitan un infierno mas grande.

No hablare de la vida ni de utopías, no haré filosofía, no quiero contar historias, no quiero que esperen cosas, el tiempo es muy corto aunque se trate de la mismísima eternidad, no quiero preguntas porque no tengo respuestas, no quiero respuestas, no quiero murmullos sobre el futuro, el éxito, ni aspiraciones. Nada de arreglos, ni preparativos.


Te das cuenta que hay que avanzar aunque no tengas completamente la dirección - no entiendo nada - mil veces mueres en un suspiro, mil veces revives al espabilar . Se tiene todo y a la misma vez nada. 

Alejarse es inevitable, encerrarse es incontrolable. Una batalla agotadora contra la caja de Pandora. 

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