Sentada de nuevo, víctima del insomnio y prisionera entre
una tormenta de pensamientos, había prometido tratar de no volver a escribir
pero los incesantes versos que se formaban sin previo aviso acaparando
totalmente mi atención, han ganado.
Deambulando entre ideas, entre el devenir de las cosas,
historias sin completar, historias que incluso no empiezan. No tengo control,
no controlo mis pensamientos, no controlo mis sentimientos, en que momento el
ser humano se vuelve tan vulnerable?.
La introspección se vuelve incluso más grande y profunda que
la propia respiración, no hay razón, no hay dominio, no hay control. La piel se
desvanece, las huellas desaparecen, cada inhalación es una forma de aferrarse,
cada exhalación es una forma de morir sin poder despedirse. El silencio como
testigo, el tiempo no se detiene, los demonios necesitan un infierno mas
grande.
No hablare de la vida ni de utopías, no haré filosofía, no
quiero contar historias, no quiero que esperen cosas, el tiempo es muy corto
aunque se trate de la mismísima eternidad, no quiero preguntas porque no tengo
respuestas, no quiero respuestas, no quiero murmullos sobre el futuro, el éxito,
ni aspiraciones. Nada de arreglos, ni preparativos.
Te das cuenta que hay que avanzar aunque no tengas
completamente la dirección - no entiendo nada - mil veces mueres en un suspiro,
mil veces revives al espabilar . Se tiene todo y a la misma vez nada.
Alejarse es inevitable, encerrarse es incontrolable. Una
batalla agotadora contra la caja de Pandora.
0 comentarios:
Publicar un comentario